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domingo, 26 de julio de 2015

¿ TENEMOS   UN  CEREBRO  INVISIBLE  ?
                                                                                                                           Gonzalo  Echeverri  Uruburu
                                                                                                                            gonech@hotmail.com

Además  de nuestro  cerebro  físico  tenemos otro que es invisible. Tal   es la hipótesis que plantea el médico  cirujano Carlos  L. Delgado en  una obra  de reciente publicación : El Cerebro  Invisible. Esta atrevida  hipótesis permitiría  explicar, según su autor, “cómo la mente y la conciencia sobreviven  a la muerte  del  cerebro “. Nada menos.
Basado  en una extensa investigación  bibliográfica, el doctor Delgado, tomando en cuenta los  descubrimientos  más  recientes en informática, ciencias de la computación, cosmología  y  física de partículas, sugiere que el cerebro  físico no es el único procesador de información que utilizamos. Compuesto de partículas  fundamentales diferentes, hay otro cerebro no  visible  a nuestra percepción  ordinaria que interactúa  con nuestro cerebro físico  a través de campos sutiles y bien estructurados que permanecen activos después de la desaparición del cerebro material, no sin antes haber copiado toda su información como una versión informática en una memoria USB
Por  supuesto, los científicos  ortodoxos, escandalizados, se rasgarán las vestiduras pues, según ellos,  la actividad mental  es  apenas un subproducto del cerebro y nada más. Pero la extrañeza  de  esta propuesta de ninguna manera es argumento válido para descalificarla. Cosas mucho más  inverosímiles se aceptan actualmente en el campo de la  ciencia , como por ejemplo  que  el universo  surgió  de la nada (Hawking). En todo caso, los nuevos paradigmas generalmente producen cambios  revolucionarios pero  las  ideas nuevas  sólo se imponen- decía  Max Planck- cuando quienes defendían  las antiguas acaban por morir.
El mérito de las nuevas  hipótesis  debe evaluarse tanto por su consistencia con los hechos conocidos  como por su capacidad  de explicar  los  que no armonizan  con el paradigma dominante. Y  esto  es lo que  hace, justamente,  la  propuesta  del  Cerebro Invisible, pues permite  formular  un principio de explicación  a hechos  tales  como  el detallado conocimiento del entorno por parte de personas  cuyo  cerebro no registraba ninguna actividad, según lo han relatado al recuperar sus funciones normales tal como lo explicó- con gran alboroto de la comunidad científica-  el doctor Pin Van Lomel  en la prestigiosa revista  The Lancet o casos  como el del doctor Eben Alexander, recuperado inexplicablemente   de  severos   daños  en su  corteza cerebral causados  por  una meningitis generalizada ,o la resurrección, bien documentada,  de George Rondonaia después  de  tres  días  de habérsele  expedido su certificado de defunción; o  como  el  de algunos pacientes  de hidrocefalia ,normales  en todo  a pesar de faltarles la mayor parte de su  cerebro ( J.Lorber, Science  , 1980 ).O como el de algunos pacientes de Alzheimer que recobran su lucidez poco antes  de morir.
El almacenamiento de la información en otro soporte  sutil , además, permite  explicar  racionalmente  creencias  muy arraigadas   de las cuales hay abundante   evidencia empírica,  como la  de los llamados viajes de la conciencia y en general  la  inmensa  casuística paranormal  como también los hechos  que permiten  suponer la supervivencia de  la mente  humana  después de la muerte del cuerpo.
Lo que la seria  y bien documentada obra  del doctor Delgado propone es el resultado de un método poco empleado pero que puede rendir  grandes resultados : la comparación  entre las  teorías  e hipótesis  de diversas disciplinas. Los neurocientíficos  con  frecuencia no consideran  en forma  suficiente el hecho de que   la materia  se puede  manifestar  en campos  insustanciales y que la mente  es  básicamente información. Como ha dicho  el notable físico Hans- Peter Dürr,”los biólogos y estudiosos del cerebro siguen atados a las ideas de la vieja física…lo que constituye en cierto modo nuestro” software”, no está incluido en nuestro cuerpo, sino , hasta cierto punto, en todas partes, en otros espacios, y todos nos encontramos conectados a él…”.
Como lo fue  en su momento la obra del biólogo Rupert  Sheldrake y su hipótesis de los campos morfogenéticos, la obra de Delgado será  condenada  a la hoguera .Lo mismo que ha pasado con todo  lo que se aparte de  los paradigmas que se han convertido en dogmas. Pero el tiempo ,que es el  mejor amigo de la verdad, seguramente la reinvindicará.



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